Ucrania, la guerra y la reputación de las empresas
La guerra de Ucrania ha provocado, después de los primeros días de ofensiva una fuga masiva de empresas internacionales del mercado ruso. La reputación de las grandes marcas está en jueg
La guerra de Ucrania ha provocado, después de los primeros días de ofensiva una fuga masiva de empresas internacionales del mercado ruso. La reputación de las grandes marcas está en jueg
Hemos vuelto a Canarias, para hablar de gestión de la comunicación en tiempos de crisis. Son ya más de diez años de viajes anuales. Primero fue en ESCOEX y luego en la Universidad del Atlántico Medio. Los alumnos del MCOM son profesionales de la empresa, jóvenes que han estudiado ADE, Económicas, o cualquier otra carrera que les sirve como base sólida para aplicarla a cualquier actividad empresarial. Tienen una enorme curiosidad, y un conocimiento de actualidad trabajado con criterio. Se trataba, una vez más, de hablar de cómo se debe gestionar una crisis en la que está implicada la comunicación como valor estratégico. La actualidad nos brinda todas las semanas unos cuantos casos que son laboratorios abiertos en canal donde se ven los aciertos y los errores, las medidas, los mensajes y las consecuencias que tienen en una opinión pública que nos juzga en función de sus expectativas.
Una vez formalizada la abdicación, era cuestión de tiempo que los focos se pusieran sobre la fortuna y las aventuras del rey emérito. Ya antes de su renuncia al trono, The New York Times había echado cuentas: su patrimonio privado sumaba unos 1.800 millones de dólares. Imposible llegar a tanto con el magro presupuesto de la Casa Real. La contribución saudí a su fortuna hacía tiempo que había dejado de ser un secreto. Los Saud habían puesto cien millones después del golpe del 23 F para ayudar a sostener a “su hermano” Juan Carlos. Pasado el plazo del préstamo, el rey tuvo que devolver el dinero, y recurrió con urgencia a personas de indudable (mala) reputación. A tenor de la suma que atesora en Suiza, o en Panamá, los negocios reales dieron buenos beneficios. Dieron para pagar algunas alegrías y para sostener la vida cara de Corinna, que tiene entre sus apellidos el del filósofo Wittgenstein, aunque nuestro emérito no se acercara a ella por su dominio del pensamiento analítico. Las donaciones a Corinna ya figuran en la antología del sablazo. Que luego se quisiera recuperar ese dinero inclina el asunto hacia el sainete ridículo, argumento de novela a medida de Álvaro de la Iglesia. La reputación de Juan Carlos, ya muy dañada durante sus últimos años como jefe del estado, entra ahora en la calificación de siniestro irreparable.
Excelencia era hasta hace unos años una palabra adosada a un cargo. Las sillas de la magistratura, las carteras de los ministerios, las alturas del poder, de la diplomacia, llevaban aparejado el tratamiento de excelencia. Uno podía ser un golfo pero al llegar a un destino tan excelso de forma automática recibía el tratamiento de excelente. Algo similar ocurría con el liderazgo. Se podía llegar al liderazgo cortando cabezas y caminando por una alfombra de cabelleras rebanadas. En los tiempos recios, un líder podía ser fácilmente un criminal que había eludido la cárcel por su control de los resortes del poder.
Un reciente estudio de PWC establece los grandes retos para los consejos de administración de las empresas en el tiempo posterior al COVID. Estamos en el camino de salida de la pandemia, con retraso con respecto a otros países de nuestra área. Nuestros errores en el inicio han determinado más daños para nuestra salud pública y para nuestra economía. Por tanto, los retos son mayores y se viven con más intensidad. Salvar las empresas es el primero. Sin empleo no hay economía, y sin economía no hay sanidad pública. Tampoco privada. Algunos lo han tenido que recordar en voz alta, lo que nos da la medida de que la instrucción general de nuestros ciudadanos en asuntos económicos es bastante deficiente, en general.
En Comunicación de Crisis el final es un punto imprescindible, un hito en todo proceso. El principio muchas veces lo escribe el azar de los acontecimientos: las crisis estallan de forma imprevista. Otras comienzan por hechos que no hemos sabido prever, aunque la realidad nos haya advertido con una reiteración tozuda. El COVID-19 es un buen ejemplo. La capacidad del ser humano para negar la realidad es persistente. Tuvimos el virus en China, lo vimos paralizar las zonas más ricas de Italia. Llegó pero no se le esperaba: “apenas tendremos unos casos” dijo el experto con un tibio desdén. Y cuando aquí provocó la cancelación del Mobile World Congress, el poder político echó mano de su paranoia para afirmar que se trataba de motivos que nada tenían que ver con la salud pública. El comienzo de una crisis, por tanto, es un hecho, un suceso, un comportamiento que escapa a nuestro control. El final es, sin embargo, el momento en el que hemos recuperado del control de la situación.
Iniciado el segundo mes de confinamiento, es tiempo para analizar el papel de la comunicación en una crisis que nos plantea de forma radical y precisa la necesidad de cuidar un aspecto crucial para la resolución de situaciones de emergencia. En las horas de tribulación, y esta lo es en un grado desconocido para nuestra generación, la comunicación es una herramienta crítica porque puede agravar la realidad, o puede contribuir a mejorarla.
Pensé en este artículo al contemplar uno de los cuadros de la colección Kagge que se expone en la Sala de Arte de la Ciudad Financiera Santander. «USA: el miedo te come el alma». Es un cuadro firmado por Rirkrit Tiravanija. En esa mañana de lunes las bolsas se hundían. Dijeron que era por el coronavirus. No es cierto. Era por el pánico.
La hora más incierta de una crisis de comunicación es la hora de la rabia. Distingamos la rabia de la indignación. La segunda tiene un elemento racional que le falta a la primera. Convertida la indignación en un impulso impotente, sin capacidad de cambiar las cosas, emerge una furia estéril que se vuelve destructiva. La …
El sábado 12 de octubre toneladas de peces y crustáceos salieron de las aguas del mar Menor en busca de oxígeno. Las imágenes reflejaban el estado moribundo de una albufera de equilibrio precario y delicado, rodeada por miles de hectáreas de cultivo y un urbanismo que ha colonizado las riberas desde décadas. Las primeras acusaciones …