El miedo a hablar en público y la ilusión de transparencia

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miedo a hablar en público

En este artículo vamos a analizar uno de los sesgos que más afectan a nuestro estado nervioso cuando hablamos en público. Todos tenemos un cangrejo agarrado en nuestro estómago cuando tenemos que salir al estrado y abordar un discurso público. Se trata primero de analizarlo para poder controlarlo y dejarlo reducido a un estímulo que nos lleva a concentrar nuestra atención y a querer hacerlo bien. Pero cuando no tenemos esa técnica, lo cierto es que el miedo nos puede llegar a paralizar. La ilusión de transparencia es un sesgo cognitivo. Describe la tendencia que tenemos a sobreestimar el grado en que otras personas conocen nuestro estado mental.

Los primeros en investigar la ilusión de transparencia fueron Gilovich, Savitsky y Medvec, en 1989. Demostraron que tendemos a sobrestimar el grado en que se filtran nuestros pensamientos y nuestras emociones. Tendemos a pensar que la audiencia puede captar las señales externas que emitimos, incluso cuando intentamos ocultarlas. Nos afecta a todos, y sobre todo cuando nuestra respuesta emocional es fuerte, ya sea positiva o negativa.

Un ejemplo claro es cuando nos sentimos culpables por no estar preparados para una reunión. Y pensamos que nuestros colegas podrán percibir esa culpa con facilidad. Si te decepciona un regalo, es probable que pienses que tus invitados lo perciben con facilidad. SI estás nervioso en una entrevista de trabajo, pensarás que tus entrevistadores lo notan con suma transparencia. Y eso afecta a tu estado de ánimo, porque hablar en público es una experiencia muy emotiva, y eso te crea:

Ansiedad y nerviosismo amplificados.

Savitsky y Gilovich realizaron un estudio de seguimiento para probar específicamente si los oradores públicos son susceptibles a la ilusión de transparencia. ¡La respuesta es un rotundo sí! Su investigación confirmó que cuando un orador se siente nervioso, tiende a sobreestimar el grado en que la audiencia puede percibir su nerviosismo. Para empeorar las cosas, esto conduce a un ciclo de retroalimentación negativa. La creencia de que el público puede detectar fácilmente el nerviosismo puede conducir a un mayor nerviosismo. El orador entonces siente que el público puede detectar este nerviosismo. Es una espiral.

Mayor vergüenza por pequeños errores.

Supón que te das cuenta de que has cometido un error al mezclar el orden de tu presentación planificada. Como muchos presentadores, puedes sentirte avergonzado por esta situación. La ilusión de transparencia puede llevarte a sobrestimar la probabilidad de que los miembros de tu audiencia puedan percibir tu vergüenza. Sin embargo, a menos que el error de secuencia fuera literalmente obvio (es decir, mezclar dos eventos cronológicos), la mayoría de los miembros de la audiencia probablemente no lo sepan. Pero tu sientes que tienes que disculparte, y lo haces, pero muchas veces la audiencia no sabe muy bien por qué lo estás haciendo.

¿Cómo puede un orador superar la ilusión de transparencia?

Si comprendes cómo funciona la ilusión de transparencia, puedes aumentar la confianza, reducir tu nerviosismo, y ofrecer discursos de mayor calidad. Savitsky y Gilovich comprobaron que con solo informar a los oradores de este mecanismo, se sentían más seguros de la calidad de sus discursos, y las audiencias calificaron su actuación como más serena y eficaz. En realidad, los sentimientos que experimentamos al hablar no son tan transparentes para quienes nos escuchan. Lo que llevamos dentro se manifiesta de forma muy sutil. Por lo tanto, conviene relajarse: si te pones nervioso, seguramente serás el único en darse cuenta.

La ilusión de transparencia afecta también a los individuos de una audiencia, a ese público que tienes enfrente. Para mitigarlo, debes analizar bien a tu audiencia. Esto es imprescindible, tanto para preparar tu intervención y potenciar tu capacidad de conectar como para prevenir los posibles problemas de comprensión. Se trata de un ejercicio que debemos hacer, tanto antes como después de nuestras presentaciones o discursos: saber qué han percibido, cómo nos han interpretado. Porque muchas veces, los problemas de comprensión radican en que decimos una cosa y el público entiende otra.

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