El buen discurso: nunca olvidarás lo que te hagan sentir

En Ludiana aplicamos estos principios a los planes de formación para portavoces. La teoría nos ocupa cuarenta minutos, siempre sembrada de casos, algunos reales, otros sacados del cine. En el cine hay muy buenos ejemplos de buena oratoria, de persuasión. Al fin y al cabo el cine es el arte de persuadirnos de lo real que puede ser la ficción. Pero pasamos pronto a la práctica.

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La teoría se recuerda, más o menos, pero se olvida con rapidez. El decálogo de un buen portavoz cabe en un folio. Pero la práctica es otra cosa. Aquí cuenta lo que te hagan sentir. Las entrevistas o las situaciones de comunicación son otra historia. Es aquello que decía un célebre general: los planes de batalla sirven hasta que comienza la batalla. Luego todo es caos y decisiones que se deben tomar sobre la marcha, con gran rapidez. Myke Thysson lo dijo de otra forma. Quizá lo recordemos mejor, porque nos lo hizo sentir con más intensidad: «todo el mundo tiene un plan hasta que le dan la primera hostia». Eso es.

En Ludiana aplicamos estos principios a los planes de formación para portavoces. La teoría nos ocupa cuarenta minutos, siempre sembrada de casos, algunos reales, otros sacados del cine. En el cine hay muy buenos ejemplos de buena oratoria, de persuasión. Al fin y al cabo el cine es el arte de persuadirnos de lo real que puede ser la ficción. Pero pasamos pronto a la práctica.

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Alfredo Urdaci, CEO de Ludiana, en una formación de portavoces

Ahora te sientas ante un periodista que te va a preguntar lo que quiera y ante una cámara que te va a sacar todos tus defectos, y estás iluminado por un foco que te deslumbra. Y en esa situación tan artificial tienes que hablar de tu compañía, tienes que colocar tu mensaje a pesar de que te preguntan por cuestiones que no tienen nada que ver, y además tienes que evitar dejar un titular que lo arruine todo porque has dicho lo que no tenías que decir, lo que no querías decir, lo que no podías decir. «Esto es una partida de ajedrez», me dijo hace unos días un directivo. Si, le contesté, pero de las rápidas, de las que se juegan en cinco minutos. «Puñetazos de Kaspárov en cascada» que diría el gran Leontxo García.

Lo que te hagan sentir

Lo que vas a sentir en esa situación no lo vas a olvidar. Y por tanto tu aprendizaje será infinitamente más eficaz que si asistieras durante diez meses a una hora diaria de teoría. Vamos a ponerte en la situación de una entrevista rápida e incómoda; vas a sentarte en un programa de radio para desarrollar una tertulia; te vas a ver envuelto en el ambiente caótico de una rueda de prensa en la que cada cual pregunta lo que quiere y repregunta por lo que le apetece. Y también vas a experimentar una entrevista relajada, donde importa el corazón, tu lado humano. ¿Eres capaz de mostrar tu interior? Que sepas que si lo sabes hacer, si eres capaz de hablar con sinceridad, con sentimiento, con el corazón en la mano, conectarás con tu audiencia mucho mejor que si te dedicas a exponer datos y datos para ilustrar lo bien que lo hace tu compañía. Cuenta tu historia. Haz tu lo mismo que estamos haciendo contigo en una sesión de entrenamiento: haz sentir a tu audiencia aquello que quieres transmitirles. Nunca lo olvidarán.

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¿Quieres probar? Tu experiencia con la comunicación cambiará de forma radical. La capacidad de comunicar de tus equipos se va a multiplicar. La fuerza y la potencia de los tuyos te permitirá llevar la comunicación de tu compañía a otro nivel. Al fin y al cabo, el mejor portavoz de una compañía es un empleado alineado, que siente la misión de la empresa, que la comparte, y que tiene capacidad de corregir el rumbo cuando los directivos se equivocan en la deriva. Nunca vas a olvidar lo que te hagan sentir en unas horas de entrenamiento.

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