Consejos para que tu discurso sea memorable

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discurso memorable

A menudo buscamos que nuestro discurso sea memorable. Lo conseguimos pocas veces, por mucho que nos inspiremos en algunos ejemplos sobresalientes de grandes discursos. En la decepción, tendemos a pensar que hay personas que nacen con una habilidad natural para pronunciarlos. Nada más lejos de la realidad. Churchill era un joven tímido y tartamudo. Inseguro, la primera vez que pronunció un discurso en la Cámara de los Comunes se quedó en blanco (1904): hizo el ridículo. Eso no le frenó. Siguió intentándolo hasta convertirse en uno de los grandes oradores del siglo XX y de la historia. Nadie nace con habilidades para hablar en público. Se trata de herramientas adquiridas, con tiempo, con trabajo, y con algo de conocimiento. Con esos requisitos, esa habilidad está al alcance de todos. Veamos algunos consejos.

1. Organiza tu discurso en segmentos.

Considera tu discurso como un libro por un momento. Un libro típico se divide en capítulos y partes que crean un todo cohesionado. Pero esas partes pueden sostenerse por sí solas. Aplicar la misma lógica a tu discurso te permitirá transmitir conclusiones importantes y mantener a la audiencia concentrada en lo que estás diciendo. Los discursos segmentados son mucho más memorables y fáciles de recordar después de haberlos pronunciado. La razón de esto es que cada segmento se puede recordar de forma independiente y converger para formar el mensaje general. Un discurso desorganizado, sin ritmo ni secciones discernibles, se olvidará fácilmente.

2. Incluye detalles concretos.

Las personas anhelan información concreta, como hechos, números, estadísticas y fotografías. Sin detalles concretos, los discursos se vuelven rápidamente demasiado abstractos y difíciles de conectar. La información concreta en su discurso le ayuda a garantizar que sus puntos se recuerden a largo plazo. Pero eso sí: no llenes tu discurso de cifras. Los números se recuerdan con facilidad. Si tienes que incluirlos, hazlo con cuidado: tan solo una o dos cifras. Lo abstracto se recuerda menos que lo concreto, lo personal se recuerda más que lo impersonal. En la medida en la que puedas personalizar tus ejemplos, serás recordado. Practica también la visión. Haz ver las cosas a tus oyentes.

3. Usa palabras que la audiencia entienda.

En un mundo en el que abundan las jergas, debemos utilizar un lenguaje sencillo. Si hablamos como técnicos, solo una minoría nos entenderá. Para pronunciar un discurso memorable, debemos analizar a su audiencia. Debes tener en cuenta el nivel educativo y el vocabulario de tu audiencia antes de escribir un discurso. Además, piensa si es el caso de que tu audiencia incluye personas que no hablan con fluidez su idioma hablado. Usa terminología que todos entiendan y evite la jerga técnica que no entenderán. Una sola palabra o frase confusa en un punto crítico puede hacer que su significado sea incomprensible para la audiencia.

4. Aprovecha los conceptos que tu audiencia entienda.

Ten en cuenta siempre que se trata de conectar. Cuando conectamos con otra persona, abrimos la puerta de su mente y de su corazón. Y para conectar, debemos buscar el punto de vista, el ángulo que nos permite demostrar que somos iguales. De manera similar al punto anterior, aprovechar los conceptos comúnmente entendidos puede dar como resultado discursos emocionantes y memorables. No siempre es fácil, pero cuando encuentra puntos en común, puede hacer que incluso los argumentos más complejos sean comprensibles y memorables. Por otro lado, si haces referencia a conceptos que la audiencia no entiende, o supones que tienen conocimientos que no tienen, estás en problemas; tu audiencia no podrá seguir tus argumentos y olvidará tus palabras tan pronto como las hayas pronunciado.

5. Interactúa con la audiencia.

Una buena comunicación nunca es un monólogo, siempre es un diálogo. Para que haya diálogo no tienen por qué hablar dos personas. Pero si es condición indispensable interactuar con la audiencia. La gente rara vez se sienta a escuchar monólogos sin quedarse dormida, especialmente si el tema no es intrínsecamente emocionante. En lugar de esperar que tu audiencia absorba pasivamente la información, hazles preguntas sobre los puntos que estás planteando e invítala a interactuar ofreciendo pequeñas recompensas o incentivos por hacerlo. Activa a tu audiencia tanto como sea posible si quieres que recuerden tu mensaje durante mucho tiempo.

6. Incluye historias personales.

Tu historia personal es aquella que vas a comunicar con más eficacia, con más sentimiento, con más capacidad de conectar con otras personas. A veces nos cuesta. A algunas personas no les gusta compartir sus historias y experiencias personales con extraños. Sin embargo, una historia bien elaborada es uno de los mejores catalizadores para que un discurso sea memorable. Revisa tus recuerdos y encuentra momentos conmovedores, divertidos o con los que pueda identificarse que sean relevantes para el punto que está planteando. Las historias personales invitan a la audiencia a empatizar y a ponerse en el lugar de su discurso y su situación. Es mucho más probable que las personas recuerden tu pequeña historia personal y la relacionen con el punto de su discurso que al revés.

7. Agrega una frase pegadiza.

Las frases pegadizas de la cultura popular pueden ayudarte a pronunciar un discurso memorable sobre prácticamente cualquier tema. El secreto para seleccionar la frase pegadiza correcta depende de cuál sería su función en tu discurso. Puedes usarla para anunciar una ruptura en tu proceso de pensamiento, establecer una conexión con la audiencia o simplemente hacer que tus puntos sean más digeribles. Las frases pegadizas se pueden agregar a tu discurso de varias maneras: como títulos de tus diapositivas de PowerPoint, como frases ingeniosas o en cualquier otro momento para agregar un elemento sorpresa. Las frases pegadizas pueden transformar incluso los temas más serios en temas agradables. Simplemente no exageres; probablemente una sea suficiente para la mayoría de las presentaciones.

8. Practica a fondo y habla con confianza.

Tropezar al pronunciar tu discurso puede parecer extraño y fácil de entender la primera vez que sucede. Sin embargo, si sigues tropezando, es difícil recuperarse. Un orador que no tenga confianza al pronunciar su discurso probablemente será olvidado rápidamente. En lugar de eso, prepara tu discurso recitándolo una y otra vez. Aunque es mejor hablar sin notas, no temas llevar tarjetas o notas. Hablar de manera fluida y comprensible sin pausas abruptas constituye un discurso exitoso.

9. Termina con una cita y una llamada a la acción.

Un discurso que carece de finalidad y contundencia es probable que se perciba como descuidado y completamente olvidable. Un final eficaz para un discurso puede garantizar que ese momento se recuerde a largo plazo y sea eficaz a la hora de convertir la llamada a la acción en un práctica cotidiana de tu equipo, de tu audiencia. Recuerda siempre que el mejor orador es aquel que consigue lo que propone con la palabra.

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