30 años sin Salvador Dalí | El genio surrealista

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Foto de Salvador Dalí

El 23 de enero de 1989 murió Salvador Dalí. El artista catalán, uno de los máximos representantes del surrealismo, vivió una vida llena de excentricidades y traumas reflejados en las diversas formas que dio a su arte.

Algunas de sus extravagancias tienen origen en su infancia y se propagaron por todas las facetas de su vida, incluida su pintura. Son muchas las leyendas que rodean a Dalí y con las que se pretende dar explicación a su particular forma de arte.

Sin duda, una de las curiosidades que rodea al genio y que marcó su forma de vivir la vida fue la muerte de su hermano 9 meses antes de su nacimiento. También llamado Salvador, el pintor no llegó a conocerlo nunca, pero con 5 años sus padres le llevaron a ver la tumba de su hermano y le contaron que él era la reencarnación de su hermano fallecido. Lejos de quedarse en una anécdota, este hecho marcó de por vida al artista, que comenzó a vivir una crisis de personalidad que le duró toda su vida y por la que trataba de diferenciarse de su hermano mayor.

«Yo nací doble, con un hermano de más, que tuve que matar para ocupar mi propio lugar, para obtener mi propio derecho a la muerte… “, dijo Salvador Dalí en unas declaraciones que se pueden leer en el libro Dalí, Confesiones Inconfesables, recogidas por André Parinaud.

Si hay una forma de describir Salvador Dalí es con adjetivos como extravagante, excéntrico e innovador. Fue uno de los artistas precursores de las instalaciones y performance y, aunque es especialmente conocido por sus pinturas, también desarrollo trabajos literarios, ensayos, esculturas, grabados, trabajó en escenografía de cine junto a Buñuel e, incluso, diseñó algunos logotipos publicitarios, como es el caso del Chupa-Chups.

Su excentricidad no conocía límites y se mostró incluso en sus mascotas. Lejos de hacerse con un perro, un gato o, tal vez, un loro, Salvador Dalí tuvo como animal de compañía un ocelote. Un felino que adquirió en Colombia y al que llevaba de paseo con una cadena de oro. También fue dueño de un oso hormiguero durante el tiempo que vivió en París.

Entre sus amigos figuran importantes artistas de la época, como el pintor malagueño Pablo Picasso, el cineasta Luis Buñuel o el poeta Federico García Lorca. Pero, sin duda, una de las personas que más influyó en su vida fue su esposa, Gala. Llamada Elena Ivanovna Diakonova, era una inmigrante rusa que en el momento de conocer a Dalí estaba casada con el poeta francés y amigo del genio catalán Paul Éluard. Era 11 años mayor que Salvador y con ella permaneció casado hasta su muerte. En torno a esta relación también circulan algunas leyendas como que ella le era infiel continuamente, incluso se cuenta que su marido le regaló un castillo donde hacía gala de sus escarceos amorosos. Una edificación que el artista no podía pisar salvo invitación por escrito.

Su arte era tan ecléctico que llegó hasta el mundo de la moda. Salvador Dalí estableció una relación profesional con la italiana Elsa Schiaparelli, con la que diseño algunas piezas muy conocidas como un vestido con bolsillos que simulaba ser una cómoda; un sombrero en forma de zapato o incluso una polvera en forma de disco telefónico de la época. También trabajó con Christian Dior, con el que diseñó un “vestido para el año 2045”.

En 1983 el propio Salvador Dalí creó la fundación que lleva su nombre y el de su esposa y a través de la cual se fomenta, protege y defiende tanto su legado artístico como la figura pública que se creó del artista.

El genio de Cadaqués sigue siendo un icono del surrealismo. Su legado continúa sumando visitantes y sus exposiciones se encuentran entre las más visitadas del mundo.

Salvador Dalí murió el 23 de enero de 1989 por una insuficiencia cardiaca. Se dice que le llegó su hora mientras escuchaba su álbum favorito, Tristán e Isolda, de Richard Wagner.

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