Liderazgo: lo que debes hacer para ser un buen líder

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Soldados americanos desfilando con sus fusiles

LOS LÍDERES COMEN AL FINAL. Por qué algunos equipos funcionan bien y otros no

Simon Sinek

377 páginas

Ediciones Urano

Colección Empresa Activa

ISBN: 978-84-92921-79-9

Los seres humanos  estamos diseñados para colaborar y  para sentir como gratificante el reconocimiento de nuestros semejantes. Somos animales cooperativos por naturaleza y nos sentimos inspirados y motivados biológicamente cuando sabemos que ayudamos a otros. Basándose en esta herencia evolutiva, Simon Sinek sostiene que los equipos de trabajo que funcionan bien tienen una serie de características comunes.

Desprenden confianza mutua entre sus miembros.

Los miembros de una empresa deben estar seguros de que su líder les respaldará en los tiempos difíciles, como hacen los padres con sus hijos. ¿Y quienes son estos líderes en cuyo respaldo y protección se puede confiar? Aquellos que están dispuestos a entregar por nosotros algo suyo. Quienes son capaces de comer en último lugar, quienes no aprovechan su cargo para su propio beneficio.  Cuando el líder de una compañía crea un círculo de seguridad para sus empleados, éstos sienten la necesidad absoluta de forjar vínculos de confianza y de comprometerse con la empresa.

“Cuando los empleados confían los unos en los otros, comparten sus éxitos y sus fracasos, lo que saben y lo que ignoran, el resultado es la innovación” afirma Sinek. En un círculo de seguridad, los trabajadores  protegen al líder como respuesta natural a la protección que éste les ofrece.

Un líder que ofrece trascendencia

Un líder debe ofrecer algo noble de lo que formar parte, una razón estimulante por la que queramos acudir al trabajo, algo que nos sobrevivirá. Esta trascendencia parece otorgar la capacidad de hacer lo correcto cuando sea necesario incluso, si a corto plazo, tenemos que sacrificar nuestra comodidad.

Son empresas pequeñas de unos ciento cincuenta empleados

Como demostró  el antropólogo Robin Dunbar, las personas no pueden mantener relaciones estrechas con más de ciento cincuenta personas. Esta cifra coincide con el tamaño de muchos grupos humanos, desde las tribus de la edad de piedra, a las de los actuales bosquimanos, o a una compañía de marines. Cuanto mayor sea el grupo de personas con el que trabajamos, menor es la posibilidad de tener amigos entre ellos.

Pero lo esencial para que una empresa funcione es tener un gran líder.

“Los líderes” dice Sinek “deben ofrecer guía y objetivos permitiendo que los demás descubran qué tienen que hacer y cómo alzanzar ese objetivo” . “La responsabilidad no consiste en hacer lo que nos mandan”, continúa, “eso es la obediencia, la responsabilidad consiste en hacer lo que está bien”,  porque es lo correcto, como suelen decir nuestras madres.

Cuando dejamos de hacer lo correcto para hacer lo que nos beneficia, conseguimos una descarga de dopamina pero no de la realmente satisfactoria oxitocina. El amor y el orgullo son sentimientos asociados a la oxitocina y la serontonina, cuando no hay empatía dominan la agresividad el temor y otros sentimientos destructivos.

Cuanta más atención centran los líderes en su propia riqueza o poder, más dejan de actuar como líderes para adoptar los atributos del tirano. Las consecuencias son que  al verse privados del interés de sus superiores, los empleados dejan de colaborar unos con otros. Sienten que la mejor forma de progresar es competir entre ellos, y de ahí nacen las envidias y las rivalidades insanas. Los buenos líderes comparten lo que saben, piden ayuda a los expertos y presentan unas personas a otras para crear relaciones nuevas dentro de sus redes. Los malos líderes guardan tales cosas bajo llave creyendo erróneamente que su inteligencia, su rango o sus relaciones les dotan de valor. No es así. En una organización donde haya un círculo de seguridad firme, no sólo es el líder quien  está dispuesto a compartir sus conocimientos, sino que lo están todos sus subordinados.

Nuestra especie crece cuando nos vemos obligados a colaborar para superar la adversidad. Los seres humanos hemos progresado durante cincuenta mil años no porque sintamos el impulso de servirnos a nosotros mismos, sino por el impulso de servir a los demás. Al parecer, lo único que necesitamos es un líder que nos ofrezcan un motivo para comprometernos unos con otros.

Y todas estas afirmaciones nos hacen recuperar la confianza en el ser humano,  ¿no creen?

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