Tom Peters y las formas (163) de alcanzar la excelencia

Excelencia era hasta hace unos años una palabra adosada a un cargo. Las sillas de la magistratura, las carteras de los ministerios, las alturas del poder, de la diplomacia, llevaban aparejado el tratamiento de excelencia. Uno podía ser un golfo pero al llegar a un destino tan excelso de forma automática recibía el tratamiento de excelente. Algo similar ocurría con el liderazgo. Se podía llegar al liderazgo cortando cabezas y caminando por una alfombra de cabelleras rebanadas. En los tiempos recios, un líder podía ser fácilmente un criminal que había eludido la cárcel por su control de los resortes del poder.

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Tom Peters y las formas (163) de alcanzar la excelencia

Detalles Importantes. 163 formas de alcanzar la excelencia. Tom Peters. Harper Collins

Excelencia era hasta hace unos años una palabra adosada a un cargo. Las sillas de la magistratura, las carteras de los ministerios, las alturas del poder, de la diplomacia, llevaban aparejado el tratamiento de excelencia. Uno podía ser un golfo pero al llegar a un destino tan excelso de forma automática recibía el tratamiento de excelente. Algo similar ocurría con el liderazgo. Se podía llegar al liderazgo cortando cabezas y caminando por una alfombra de cabelleras rebanadas. En los tiempos recios, un líder podía ser fácilmente un criminal que había eludido la cárcel por su control de los resortes del poder. Tom Peters es de otro tiempo, del nuestro.

La excelencia, al alcance de todos

Llegó un momento en el que el liderazgo y la excelencia se democratizaron, y ahora todo el mundo tiene la obligación moral de liderar, y la capacidad de llegar a ser una persona excelente y un profesión al que practica a diario la excelencia. Tom Peters, que es el autor de lo que se ha denominado MARCA PERSONAL, tiene un libro en el que dibuja, traza y explica, sus 163  formas de ser excelente. Es un buen libro. Merece la pena leerlo y aprender de la experiencia de este gurú al que se considera el padre de la “empresa posmodernista”. Lo pongo entre comillas porque no sé muy bien qué quieren decir con esto de posmodernista. Supongo que se refieren a un tipo de empresa  de  organización horizontal, en la que las jerarquías tienen otro sentido, o se establecen con otros criterios.

Detalles importantes, de Peters
Detalles importantes, de Peters

El libro de Tom Peters, exuberante, detallado, lleno de interjecciones, de llamadas a la acción, de ejemplos y de anécdotas, se podría resumir en un principio básico del que emanan todos los demás: el éxito no se mide por los grandes resultados, sino por las habilidades y capacidades que podrían denominarse blandas. Le hemos dado importancia a “lo duro”, la productividad, el control de costes, el retorno de la inversión, y Peters viene a decirnos que las cuestiones “blandas” son las que cuentan, y que la excelencia no es un objetivo celestial sino una meta que se debe alcanzar cada día: “si la jornada de hoy no puede ser evaluada como excelente, entonces el objetivo global no se ha alcanzado. Punto.”

Comunica siempre, y en exceso

Aquí entramos en la segunda derivada: la empresa, sostiene Tom Peters, es ese lugar  donde las personas alcanzan la excelencia. Interesante punto de vista. Creo que es lo más revolucionario que plantea el libro. El objetivo de la empresa son las personas: “si pertenecer a una organización no requiere un desarrollo extraordinario de cada miembro del personal, excelente servicio al cliente y a otros miembros externos de la compañía, entonces… ¿de qué sirve?» Un pensamiento similar se lo hemos leído al gran filósofo Leonardo Polo: “la empresa no es solo un lugar para trabajar con eficacia  sino un espacio para ser mejores”. Ahí es nada. “No existe ninguna posibilidad de desarrollo empresarial sin desarrollo personal”. Esto lo decía Polo después de subrayar que el capitalismo ha subestimado el valor de las personas.

Así que estamos en esa línea de humanizar las empresas. Con esos principios, no es extraño que Tom Peters  piense que Steve Jobs (con el que trabajó) era “un gilipollas” que no sabía tratar a las personas. Cuando le apuntan que fue el inventor del Iphone, Peters puntualiza: “un gilipollas que inventó el Iphone”. El libro de Tom Peters está lleno de buenos consejos para uno mismo y para dirigir equipos, o para trabajar en ellos. Entre ellos la escucha, la comunicación (¡comunique siempre en exceso!)  la capacidad de resiliencia, el valor de los contactos, la amabilidad como gran generador de fidelidad, el concepto de liderazgo como ayuda  para que los otros tengan éxito, el trato personal con los clientes. En fin, lea el libro porque es un despliegue de buenos consejos y de prácticas al alcance de todos. Algunos le van a sacudir la modorra y la pereza. Cuando cierre el libro, si usted se dedica a los recursos humanos, tendrá la misma aversión a ese termino que tiene el autor. Los humanos no somos un recurso, los humanos somos el objetivo.

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