El Mar Menor: una crisis, muchas oportunidades

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Mar Menor

El sábado 12 de octubre toneladas de peces y crustáceos salieron de las aguas del mar Menor en busca de oxígeno. Las imágenes reflejaban el estado moribundo de una albufera de equilibrio precario y delicado, rodeada por miles de hectáreas de cultivo y un urbanismo que ha colonizado las riberas desde décadas. Las primeras acusaciones del desastre señalaban a un triángulo formado por la política, el negocio inmobiliario y la agricultura intensiva. O por ser más simples: el negocio y la política. Estamos ante una crisis grave que plantea muchas oportunidades.

La crisis estalló y el efecto «mar muerto» fue creciendo con el paso de las horas. ¿Muerto? Los peces y cangrejos de las orillas demostraban que el mar tenía más vida de la que decían los ecologistas, que llevan años proclamando la defunción del mar. Las doradas y anguilas boqueando sobre la arena eran la prueba de que el mar estaba mucho peor de lo que proclamaban los responsables políticos, siempre rápidos a la hora de minimizar los riesgos y las amenazas. Todavía no se habían establecido las causas de la muerte de los peces cuando los actores más rápidos de la opinión pública tenían claro quiénes eran los culpables: la dirección política de la región y los agricultores.

Una cuestión de liderazgo

Las crisis suceden de manera imprevista (en este caso la probabilidad de que pasara lo que hemos visto era alta) y se mueven con una gran celeridad. Tanta rapidez impide recuperar la iniciativa, que es una de las condiciones para una resolución con éxito. Al presidente regional, López Miras, le acusan de no haber sabido reaccionar. López Miras se personó en el lugar de los hechos, subió a una lancha, convocó un consejo extraordinario de su gobierno y anunció medidas, pero quedaron disueltas por la realidad de una crisis que arrastra una historia de muchas décadas. Una semana después se celebró un pleno en la cámara regional, pero López Miras no habló y dejó la carga de la defensa en manos de su consejero.

Las crisis requieren siempre un extra de liderazgo. Es cierto que el Partido Popular parte en esta situación con una credibilidad muy baja. La primera condición para recuperar la confianza de los murcianos era la autocrítica. El secretario del partido Teodoro García Egea, murciano, la expresó el 22 de octubre cuando reconoció que «las cosas en el Mar Menor no se han hecho bien». Podría haberse extendido un poco más en el detalle de los errores, pero al menos expresó un «nostra culpa». Ya es bastante más de lo que ha dicho y hecho el gobierno de la nación, que simplemente se ha lavado las manos en el agua del mar, como casi siempre ha hecho con los asuntos de Murcia: nula inversión en infraestructuras, dejadez en el plan de vertidos cero a la albufera, por no hablar de la desidia en cuestiones de hidrología con estrategia nacional.

Mar menor sostenible

En esta situación, la crisis siempre se puede convertir en una oportunidad. Ahora o quizá nunca, escribe Miguel Ángel Ruiz en un inteligente artículo en La Verdad de Murcia. Con la opinión pública más sensible que nunca, con la atención puesta en los mensajes que emite la dirección política de la región, con la capacidad de aunar fuerzas que tiene un presidente autonómico, es la hora de la ambición, de la generosidad y de la inteligencia. López Miras necesita el apoyo de un comité científico, una especie de comisionado que trabaje con autonomía, con más autonomía de la que ha tenido el Consejo asesor que se creó en la última crisis. Necesita también un plan ambicioso que asegure la sostenibilidad de lo insostenible. La tecnología permite conseguir que la agricultura, el urbanismo, y las actividades que rodean al turismo sean compatibles con la vida en el mar, con un Mar Menor sostenible.

Un programa ambicioso y un mensaje inspirador para los murcianos, para el resto de los españoles (muchos viajan en verano al mar Menor) son la mejor base para exigir el compromiso del gobierno de la nación (tan generoso siempre con las comunidades que incendian barricadas) y la implicación de las autoridades de la Unión Europea. Salvar el mar Menor está al alcance de un liderazgo político que sepa conjugar fuerzas que quizá en un momento preelectoral están más interesadas en dividirse que en cooperar. Eso exige generosidad, capacidad de implicar a todos los interesados, para que las soluciones se arbitren no contra nadie sino a favor de la comunidad.

Mar Menor sostenible

Una gran oportunidad

En el fondo, el mar Menor es la víctima de un progreso, el de Murcia, que en las últimas décadas ha dado un salto de gigante en su desarrollo. No parece muy sensato que ahora todos estén a tirarse los trastos a la cabeza. Crisis es oportunidad de demostrar que se pueden corregir los desequilibrios, y que la política sirve para hacerlo bien. López Miras y su partido tienen la oportunidad de recuperar la iniciativa, y eso solo lo puede hacer un presidente.

La comunicación nos ayuda a que el riesgo sea mínimo. Se trata primero de escuchar, y de tomar decisiones con una perspectiva de futuro. Basar la estrategia en culpar a terceros es siempre un grave error y la evidencia de una falta de liderazgo que en situaciones complejas provoca en los ciudadanos un vértigo inquietante. Hacer autocrítica, dar la cara, trabajar a brazo partido, pensar en soluciones más que en riñas estériles, implicar a quienes deben tener un papel en la resolución, y conectar con la audiencia para motivar, inspirar y animar a los ciudadanos, esa es siempre una estrategia vencedora.

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